PANDILLEROS EN LIMA

Desde hace cuatro días, todas las noches, un par de pandillas debaten su superioridad con machetes, piedras, botellas rotas, un bóxer y un pitbull (uno por cada grupo). El diálogo se remite a que no haya diálogo. Todo esto sucede en la esquina del grupo de edificios donde vivo y resulta muy extraño, pues hasta hace poco solo lo vimos por televisión

La primera vez no los pude ver, llegué tarde a mi casa. La lucha entre estos desadaptados aún imberbes se da alrededor de las 10 pm y yo regresé alrededor de la medianoche. El segundo acto se dio al día siguiente, a la misma hora (la impuntualidad peruana no se cumple cuando la sinrazón alberga acciones). Esta vez justo salí a comprar yogurt y unos panes. Ahí los vi.

Lo que pude captar con los ojos fue más diverso que lo escuchado. Piedras. Fluorescentes rotos. Los perros. Botellas. Saltos. En cambio, "concha tu madre" era lo único que escuché; a veces acompañado, pero solo a veces, muy de vez en cuando, de "mierda", "muere" y el prefijo "re" antes de la primera frase mencionada. Todos, unos treinta o cuarenta muchachos que pasarían por escolares de Secundaria o de los primeros años de universidad, solo decían eso que es lo más ofensivo que un peruano puede decir: concha tu madre. Qué vocabulario tan florido, pensé.

A unos 50 metros, las señoras vecinas que, pongo mis manos en el fuego por ello, hay en todo barrio. Comentaban que era el colmo. Es cierto, lo era: no se puede ni ir a comprar pan porque a un grupo de parásitos les daba la gana de desfigurarse unos con otros. Mientras unas decían que ya pensaban mudarse, otras (acaso aquellas cuyo bolsillo familiar las condena a no salir de ahí) decían que eso pasaba en toda Lima.

Ayer, cuando regresaba en un micro de la universidad, vi a un grupo afilando sus machetes contra el asfalto. Las chispas despertaban sus ojos, los hacía sentirse más fuertes, invencibles. "Tengo mi grupo del rrioba y sacamos la mierda a todos los reconchasumadres que nos quieran joder". ¿Habrán pensado eso?

Los rumores dicen que unos son de la U y otros del Alianza Lima, unos del Jirón Castilla y otros de La Marina. Una de las señoras dice:"de donde sean... son inadaptados". Otra: "no deben tener familia". Otra: "Refleja nuestra sociedad, son el tubo de escape". Creo que todas pueden tener razón.

Mientras, casi menos gente sale a esas horas. Ayer solo estaban los dos viejitos que cuidan los carros y uno que otro transeunte.Por lo pronto, la policía recorre el lugar y la chispa de los machetes afilándose se reflejan en los vidrios de sus patrullas. En tanto, a algunas cuadras, miles de personas están en Plaza San Miguel, haciendo el esfuerzo de creerse solventes y modernos. En lo que a mí se refiere, mis esperanzas a que nuestro país mejore siguen cayéndose sin fin.