((((@)))) El ojO del Camaleón.

Los papeles se pierden, el disco duro corre el riesgo de infectarse con algún virus. Algo peor y bueno a la vez, las ideas se reproducen en la mente como roedores. Y -sin importar lo interesantes que pueden ser- son reemplazadas por otras y relegadas al olvido en cuestión de segundos. Antes de que todo esto pueda acontecer, emplearé este blog.

sábado, abril 22, 2006

CÉSAR VALLEJO MURIÓ EN PARÍS HACE 68 AÑOS


Revisando datos sobre César Vallejo entendí por qué la placita que lleva su estatua anduvo adornada de flores la semana que está acabando. Es la que está frente al Teatro Municipal, en la Avenida Huancavelica. Suelo cruzarla a diario, camino al lugar donde trabajo.

Sucede que un 15 de abril, en 1938, el mejor poeta peruano moría en París, como predijo en uno de sus versos y casi el mismo día, víctima de un paludismo que puso fin a una vida que daría para un buen guión de cine o una biografia novelada (¿hay alguna?).
¿Usted cree señor Vallejo que colocar una imbecilidad encima de otra es hacer poesía? Se lo dijo Clemente Palma cuando el poeta aún vivía en el Peru, cuando había llegado a Lima desde su natal Santiago de Chuco. La historia recuerda a Vallejo como un innovador del idioma y uno de los mejores poetas latinoamericanos, junto a Rubén Darío. A Clemente, solo como el hijo de don Ricardo.
A continuación tres de mis poemas favoritos de Vallejo, no los más favoritos...

PIEDRA NEGRA SOBRE UNA PIEDRA BLANCA
Me moriré en París con aguacero,
un día del cual tengo ya el recuerdo.
Me moriré en París -y no me corro-
tal vez un jueves, como es hoy, de otoño.

Jueves será, porque hoy, jueves, que proso
estos versos, los húmeros me he puesto
a la mala y, jamás como hoy, me he vuelto,
con todo mi camino, a verme solo.

César Vallejo ha muerto, le pegaban
todos sin que él les haga nada;
le daban duro con un palo y duro
también con una soga; son testigos
los días jueves y los huesos húmeros,
la soledad, la lluvia, los caminos...
MÁS INFORMACIÓN SOBRE CÉSAR VALLEJO:
Red Científica Peruana
César Vallejo in english, Juan Carlos Bisso's website
LOS HERALDOS NEGROS
Hay golpes en la vida, tan fuertes...¡Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma... ¡Yo no sé!
Son pocos; pero son... Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros Atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.
Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema.
Y el hombre... Pobre... ¡pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.
Hay golpes en la vida, tan fuertes... ¡Yo no sé!
MASA
Al fin de la batalla,
y muerto el combatiente, vino hacia él un hombre
y le dijo: "¡No mueras, te amo tanto!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Se le acercaron dos repitiéronle:
"¡No nos dejes! ¡Valor! ¡Vuelve a la vida!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Acudieron a él veinte, cien, mil, quinientos mil,
clamando "¡Tanto amor y no poder nada contra la muerte!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Le rodearon millones de individuos,
con un ruego común: "¡Quédate hermano!"
Pero el cadáver ¡ay! siguió muriendo.
Entonces, todos los hombres de la tierra
le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado;
incorporóse lentamente,
abrazó al primer hombre; echóse a andar...


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